2020, un año marcado por la COVID-19 en el sector inmobiliario



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2020 comenzaba con el cierre del acuerdo de gobierno entre el PSOE y Podemos. Tras unos meses de un Ejecutivo interino, Pedro Sánchez empezaba el año diseñando su Consejo de Ministros en el que, por primera vez en la historia de la democracia, se sentarían miembros de dos formaciones políticas diferentes.

En las primeras semanas se hablaba de que la evolución del sector durante 2020 iba a estar marcada por diferentes factores como la incertidumbre política, el desempleo, la disponibilidad de suelo libre o la escasez de oferta en el mercado del alquiler. Nada hacía presagiar lo que vendría dos meses después.

 

 

Aunque el número de compraventas había cerrado 2019 con un crecimiento sostenido, todas las previsiones apuntaban a que la estabilidad del mercado sería la tónica general en este mercado. Mientras que en lo relativo al alquiler, la escasez de oferta, principalmente en las localidades donde el mercado de los arrendamientos está más desarrollado, iba a volver a ser uno de los puntos más destacados.

Pasó enero y febrero y un tema se convirtió en uno de los asuntos más hablados y ganar protagonismo en las portadas de periódicos y telediarios. Una nueva enfermedad surgida en la localidad china de Wuhan se estaba expendiendo. Tras expandirse por el continente asiático, la COVID-19 llegó a España y Europa en el mes de marzo, lo que provocó el confinamiento generalizado de la población y, con ello, todas las previsiones hechas meses antes desaparecieron y la forma de trabajar del sector inmobiliario cambió radicalmente.

 

Se incrementa la oferta del alquiler

Las medidas restrictivas para poner evitar la propagación del virus limitaron la movilidad, lo que hizo que el número de turistas retrocediese hasta los niveles registrados en 1990. La ausencia de turistas en un país como España (antes de la llegada del coronavirus representaba alrededor del 12,3% del PIB) desencadenó una serie de consecuencias que, entre otros sectores, afectaron a las viviendas de uso turístico.

Ante la escasez de visitantes, aquellos propietarios que habían destinado su inmueble al turismo se vieron obligados a pasar su propiedad a la modalidad de residencial. Así, la oferta de los arrendamientos tradicionales creció exponencialmente en la práctica totalidad de localidades españolas. La consecuencia de este incremento ha provocado una estabilización de los precios de los alquileres y, en algunas áreas concretas de algunos municipios, ha empezado a descender. Una tendencia que se espera que continúe así durante los próximos meses.

 

Meses de caídas en las compraventas

2019 terminó con un incremento contenido en el número de transacciones de compraventas. 2020 empezó con datos alentadores. Tras seis meses consecutivos de descensos después de la entrada en vigor de la nueva Ley Hipotecaria, el número de operaciones creció en febrero un 2,3%. La llegada de la pandemia trajo consigo la vuelta a los números negativos, con una caída del 18,6% en marzo. Desde entonces el número de transacciones inmobiliarias encadena siete meses de caídas, tras caer en septiembre un 12,1%.

Según diferentes estudios, durante este año la participación de los españoles en el mercado inmobiliario ha caído 4 puntos porcentuales hasta situarse en el 27% en septiembre, aunque la demanda de compra está sufriendo un auge sin precedentes (43% de las personas que buscaban una vivienda en septiembre lo hacían en el mercado la compraventa). Unas cifras que muestran que este mercado volverá a recuperarse en los próximos meses, tras las caídas de 2020.

Y así, finaliza un año atípico en todos los sentidos. La COVID-19 ha marcado el día a día de todos los sectores y el inmobiliario no ha sido menos. Los cambios ligados a la evolución de la pandemia han influido en la forma de trabajar de la profesión y muchas de estar alteraciones se convertirán en algo normal a medida que avance 2021.





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