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En los últimos años, cada vez somos más los inquilinos que hemos decidido alquilar una vivienda. Ya sea por la dificultad para comprar una vivienda o por las ventajas que ofrece esta opción (movilidad, no tener ataduras, etc.).
Todos los que nos hemos puesto a la búsqueda de una vivienda en los últimos años, nos hemos encontrado con numerosas dificultades a la hora de encontrar un hogar. Seguro que, si tú has buscado una casa últimamente, sabes perfectamente de lo que te hablo. El precio, las numerosas personas que están interesadas en la misma vivienda que te ha gustado o el proceso para reunir la información necesaria que avale la solvencia, son alguna de las trabas que encontramos los inquilinos a la hora de alquilar una vivienda.
Tras seleccionar las viviendas que más se adaptaban a mis necesidades, comencé a ponerme en contacto con las diversas agencias inmobiliarias y propietarios particulares, y al poco tiempo me llevé mis primeras sorpresas. En la primera visita, un propietario nos había citado en su inmueble a nueve personas para que lo conociésemos. Aquello parecía más una tómbola que una visita a un inmueble. Muchos de los candidatos iban con numerosas cifras de dinero para pujar al mejor postor y el que más ofreciese se lo quedaba. Primer intento fallido.
A los dos días, concerté una cita a través de una agencia inmobiliaria. Por suerte, en esta ocasión estaba yo sola. Una de las condiciones para alquilarlo consistía en presentar un aval. Hasta ese momento, conservaba las esperanzas en que todo iba a ir bien. Cuando reuní la información requerida y me puse en contacto con el agente, su respuesta fue: “ya está alquilado”. Segundo intento fallido.
En aquel momento pensaba: “a la tercera va la vencida”. Esta vez, la vivienda la alquilaba un particular. Tras visitar el inmueble, paso algo que pensaba que solo eran habladurías: ¡iban a hacer un casting entre todos los seleccionados para ver “cuál le gustaba más” a la propietaria! Un encuentro que parecía más una entrevista de trabajo que una operación de alquiler. Tercer intento fallido, el motivo: “prefiero alguien que me demuestre una mayor solvencia”.
Tres viviendas y en las tres me habían rechazado como inquilina, mi desesperación iba en aumento. Jamás pensé que iba a tener que afrontar esas situaciones para alquilar una vivienda, necesitaba algo que me demostrase que era el mejor inquilina desde el primer momento. Todo parecía negativo hasta que un amigo me dio la clave: el Certificado de Solvencia FIM.
Antes de acudir a la cuarta visita, rauda y veloz accedí a la web de FIM para solicitar cuanto antes ese documento. Tras rellenar mis datos personales y la información relacionada con la vivienda, recibí inmediatamente un correo electrónico con el informe. En él, se certificaba que toda mi información personal era veraz, que no tenía registros en el Fichero de Inquilinos Morosos y en Icired y un rango de endudamamiento, que mostraba que mis ingresos me posibilitaban costear la vivienda que quería alquilar.
Con este documento, acudí a la siguiente vivienda. El profesional me estaba esperando en el portal y en el momento de explicarme las condiciones para cerrar el acuerdo, le presenté el Certificado de Fiabilidad FIM. No hubo que hablar más, ya que a los pocos minutos estábamos en su oficina firmando el contrato de alquiler.
Unas experiencias que me podía haber ahorrado si desde el primer momento me hubiese descargado este documento. Desde entonces se lo recomiendo a todos aquellos conocidos que están en la búsqueda de un piso de alquiler.
Con este artículo os he relatado experiencias que seguro que muchos de vosotros habéis vivido. Os recomiendo que, si estáis en un proceso de alquiler, o conocéis a alguien, os descarguéis el Certificado de Solvencia FIM.
¿A qué estás esperando?
Acredita que eres un inquilino solvente
Una razón más para que el propietario te vea como el mejor candidato para vivir en su piso