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Uno de los aspectos más importantes a la hora de hacer una reforma tiene que ver con la planificación. Debes recordar que cuanto más organizado y planificado esté todo, las probabilidades de que aparezcan imprevistos son menores. Es cierto que hay ocasiones en las que la reforma de una vivienda requiere de la ejecución inmediata de la obra, como por ejemplo la aparición de grietas en la pared.
Pero, en la gran mayoría de casos son proyectos de mejora, como la renovación del baño que se ha quedado obsoleto. Este tipo de reformas se pueden planificar con tiempo, eligiendo el mejor momento del año para ejecutar la obra. Pero ¿cuál es? ¿Es mejor hacer la reforma en otoño o en verano? Te lo explicamos todo a continuación.
¿Es una buena idea hacer una reforma en verano?
Las empresas especializadas en reformas explican que es precisamente durante los meses de verano cuando la demanda de los particulares aumenta. Los beneficios resultan lógicos: más horas de luz natural y menos humedad.
Lo cierto es que la época estival está indicada para llevar a cabo cualquier tipo de obra, sobre todo aquellas que requieren de trabajo en espacios exteriores, como el cerramiento de terrazas o la apertura de ventanas. En cuanto a las obras interiores, también requieren de un menor tiempo de ejecución porque los tiempos de secado son mucho más rápidos que en cualquier otra época del año.
Ahora bien, el calor puede resultar no tan ventajoso en zonas con temperaturas muy altas o con un porcentaje de humedad elevado. En estas áreas, los obreros y profesionales del gremio pueden tener problemas para trabajar en las horas centrales del día. Además, debido al calor extremo, determinados materiales, como el yeso o el cemento se pueden agrietar.
¿Y en otoño? ¿O en primavera?
Tanto el otoño como la primavera son dos estaciones del año que se caracterizan por las temperaturas suaves. Por lo tanto, eligiendo hacer obras y reformas en esta época del año se evitan los inconvenientes propios del calor. Ambas estaciones son perfectas para renovar instalaciones eléctricas, instalar un sistema de calefacción o pintar. Además, la demanda en otoño y primavera no es tan alta como en verano, así que resulta más sencillo encontrar empresas con buena disponibilidad.
Eso sí, estas estaciones también presentan algunos inconvenientes. El más destacado de todos tiene que ver con la imprevisibilidad de la meteorología. Especialmente el otoño puede ser una estación muy lluviosa, y una semana lloviendo supone el retraso del proyecto.
¿Qué tal en invierno?
Aunque la gran mayoría de personas rechazan embarcarse en una reforma en invierno, lo cierto es que no resulta tan mala idea. Hay ciudades en las que las temperaturas en verano son extremadamente altas, como Córdoba o Madrid, por ejemplo. Además, en ellas las precipitaciones en los meses de invierno no son demasiado abundantes. En estos casos, el invierno es un excelente momento para poner a punto la casa. Además, el precio de los aparatos de aire acondicionado es mucho más bajo que en verano, así que se puede aprovechar el invierno para preparar la casa para el verano.
Claro que hay reformas en las que no se aconseja su realización en invierno. Se engloban en este grupo todas aquellas en las que sea necesario el secado de los materiales. Las reformas en invierno solo están indicadas para aquellas zonas en las que los inviernos no son especialmente duros en lo que a precipitaciones, vientos y temperaturas se refiere.
Teniendo estos aspectos en cuenta, en función de dónde vivas y cuál sea la reforma que quieres llevar a cabo, podrás elegir la mejor época del año para su ejecución.